El grito se adhiere a mi garganta, no quiere salir, no quiere ser oído y por mas que abra la boca en un gesto desgarrador, por mas que se me inyecte de sangre el rostro, el grito se sujeta con fuerza a la cabeza de mi alma, y golpea, y magulla; pero no sale.
Mi boca esta seca y silenciosa.
Muda.
Ya no batallo por liberarme.
El grito desgarra mi alma.
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